Lunes, 11 Septiembre 2023 09:03

LA ÉLITE Y LOS CAMPESINOS

Escrito por LUCERO MARTÍNEZ KASAB*
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Lucero Martínez Kasab Lucero Martínez Kasab

Hace unos días el Ministerio de Agricultura del presidente Gustavo Petro empezó la creación de comités municipales de apoyo para la reforma agraria, en busca de la participación activa del campesinado en este cambio por un mejor uso de la tierra en Colombia, que ha sido desde la Independencia el gran origen de la desigualdad social del país. Estos comités son una forma constitucional de asegurar que la reforma agraria no se deshaga como en intentos anteriores en medio de leyes que fueron ignoradas por los gobiernos de turno y donde la comunidad campesina no tuvo la preparación legal ni política ni administrativa necesaria para defender sus derechos ni siquiera sus vidas que han sido arrasadas durante dos siglos.

De inmediato los latifundistas del país elevaron sus voces para desconocer el derecho de los campesinos de agruparse y hacer sólido su movimiento. Como si los ganaderos y terratenientes no tuvieran sus agrupaciones poderosas o la banca privada o los comerciantes o los maestros. A penas lógico que la oposición política, económica y social se erice ante esta noticia, pues es el anuncio de que eso repercutirá en la costumbre acaparadora de esa élite que se expandió desde hace dos siglos de arriba abajo produciendo esta gran injusticia social. Un sistema no solo económico sino de pensamiento que fue asimilado incluso por las conciencias hasta de los más pobres que hoy en día reciben en hombros a políticos ex presidiarios que cometieron delitos con dineros públicos, con dinero de ellos, de los mismos pobres.

La élite colombiana vista desde la Ponerología -término que acuñó el psiquiatra polaco Andrej Lobaczewski para denominar a la rama de la psicología que estudia el proceso de daño macro social político a causa de personalidades psicopáticas en el poder- padece de un sentimiento tan exagerado de valoración de su propia vida, personalidad, clase y costumbres frente a los demás, que difícilmente cederá el control aún ante las evidencias de que las circunstancias se volverán en su contra, tal y como sucede ante el cambio climático. Desde la perspectiva social, ¨los demás¨ son los campesinos, los de las calles, los pobres con aspiraciones; aspiraciones que esta élite vivencia de manera paranoide, es decir, experimenta como peligroso que los menos favorecidos anhelen una vida buena. Una élite profesionalmente mediocre, que no sabe ganarse la vida a pulso sin recurrir a triquiñuelas, sobornos, desfalcos y demás delitos de cuello blanco lógicamente que vivenciará como peligroso una política que les vaya a quitar el dominio. Y, cuando tienen el poder eliminan a la inteligencia, a los más talentosos, a las mejores mentes así, un país queda en manos de la mediocridad intelectual y la falta de empatía emocional; una catástrofe.

La persona paranoide tiene una característica: proyecta sobre los demás las propias fantasías, deseos, pensamientos, etc., de manera que, si está enamorada, el enamorado es el otro; si ha robado, el ladrón es el otro; si ha despojado, el despojador es el otro; si desea asesinar, el asesino es el otro. Mecanismo sagazmente utilizado para envolver a las personas desprevenidas, quienes ante acusaciones temerarias e inesperadas muchas veces quedan en shock, sin argumentos, sin cómo defenderse porque en el preciso instante no tiene la claridad suficiente para determinar que el paranoide está proyectando su mundo interior, una persona ingenua cae fácilmente ente la manipulación del paranoide quien de victimario pasa en un dos por tres a víctima.

La atmósfera emocional de Colombia se fue enrareciendo paulatinamente según iban entrando en su historia personalidades psicopáticas en la política, los negocios, los medios de comunicación, las empresas, etc., quienes desde puestos de liderazgo se proyectaron a gran escala social tornándose en modelo de conducta, de pensamiento, de ejecución para el resto de la población tal y como sucede con los hijos que aprenden de sus padres. Así, trasmitieron rasgos a gran escala como el egotismo patológico, el narcicismo exagerado, la falta de empatía por las necesidades del otro, el afán de acumulación, factores que van dañando el tejido social; se agrandó la injusticia tanto que ya tenemos niños envueltos en crímenes porque, ese sistema obstaculiza el florecimiento de las clases menos pudientes. Pero como el ser humano nunca se dejará negar ahí está el germen de la lucha que lleva a la guerra. Una clase dominante paranoide conduce al caos total como la Alemania nazi, la Rusia comunista o lleva a la desaparición del disenso como en Estados Unidos – la supuesta democracia del mundo- donde quien luchaba por los DDHH era perseguido, encarcelado, asesinado como sucedió a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Desde la Ponerología política se alienta a que los partidos políticos no sólo se dediquen a la formación en democracia sino también a la creación de mecanismos de selección idóneos de sus militantes que permitan determinar a tiempo trastornos de personalidad graves, tal y como se hace hasta en los más sencillos procedimientos de selección para un mensajero en una empresa. Mecanismos que deberían extenderse a las demás ramas del Estado como la Judicial y la Legislativa donde reposa el futuro de millones de seres humanos. Es en vano que un gobierno de gente normal pueda hacer cambiar el rumbo del pensamiento, la concepción del mundo y de las emociones de una élite egotista, expansiva y altamente narcisística, sin capacidad de introspección, que paulatinamente bajo la idea de ser superiores a los demás, de merecerse todos los privilegios en razón a apellidos, títulos o riqueza fue cercenado el derecho a la igualdad. El camino es otro, hacer avanzar en la democracia otras subjetividades capaces de ejercer inclusión desde las instituciones del Estado.

Por todo lo anterior, el presente gobierno debería afinar los protocolos de información de los nuevos proyectos o acciones por todos los medios de comunicación necesarios de cara a la comunidad, de manera simultánea y sostenida para que el pueblo tenga elementos de juicio para controvertir las falsas noticias. Además, los funcionarios deberían, en lo posible, dejar de lado la actitud inocente de dar entrevistas a los medios psicopáticos porque la paranoia les hará una celada. Hemos tenido un despotismo que, con el disimulo de la psicopatía se disfrazó de democracia, vaciando las instituciones del Estado; para ello contó y aún cuenta con grandes medios de comunicación masiva.

El presidente Petro y Francia Márquez están tratando de vencer el paradigma que tanto daño nos ha hecho desde el inicio de la Modernidad: creer que el mundo se divide entre sujetos y objetos, donde la élite se reserva el ser sujeto y cosifica a los demás y a la naturaleza. Este gobierno corrige esa injusticia, aquí, en este Planeta todos somos sujetos.

* Psicóloga. Magíster en Filosofía - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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