ESPERANZA ANDRADE SERRANO.
Antes de iniciar la columna, me sumo con orgullo, como mujer y colombiana, a la felicitación nacional a la Selección Femenina por la destacada presentación en el Mundial de Fútbol. No están eliminadas, vienen nuevas competencias, debemos rodearlas y garantizarles un campeonato profesional rentable y fructífero. Gracias a todas las ‘guerreras’.
Por estos días se cumple el primer año de gobierno del presidente Petro y desde distintos sectores se hacen análisis y evaluaciones de cómo le ha ido al primer gobierno de izquierda en la historia del país, que prometió un ‘cambio’ con mayor equidad y justicia social, pero se ha quedado en expectativas e incertidumbre. Al contrario, lo que hemos visto es improvisación, escasa gestión administrativa, con permanentes retoques de ministros y entidades acéfalas, trinos y discursos de confrontación. Por eso, no es extraño que la ejecución presupuestal de la mayoría de carteras no llega al 15.7 por ciento, cuando lo normal sería el 50%, según dijo el senador Efraín Cepeda en un debate de control político.
El mandatario tuvo la oportunidad de cumplir, de tramitar importantes reformas sociales que el país requiere (laboral, salud, pensional) al contar con las mayorías legislativas, pero la rompió por arrogancia, terquedad, falta de conciliación y creer que puede imponer sus ideas, lo que se ha traducido en disputas con el Congreso, gremios, medios de comunicación y la opinión pública, que hoy está más polarizada que nunca.
Pero, lo más grave es el deterioro del orden público, la creciente inseguridad con masacres, secuestros, extorsión y grupos armados, de narcotráfico y delincuenciales de toda calaña disparados. Se habla de ‘paz total’ pero la realidad es que “nos devolvimos 30 años…la fuerza pública está maniatada”, es el comentario de la gente.
Y qué me dicen de la primera vez que el hijo de un inquilino de la Casa de Nariño es detenido por lavado de activos e ingreso de dineros calientes a la campaña del papá. Petro soportará la crisis, pese a la exigencia de renuncia, aunque se afectarán su gobernabilidad y los resultados del Pacto Histórico en las elecciones regionales de octubre. Mientras, él destaca logros en seguridad, paz, economía, medio ambiente y que no ha expropiado a nadie.
En medio de la tormenta está invitando a la construcción de un acuerdo nacional, aunque no ha sido concreto, para conseguir el trámite de la agenda legislativa que, insistimos, es válida, pero bajo la premisa del diálogo y la concertación en beneficio de todos los ciudadanos. Tengo la esperanza de que el presidente recapacite, doble la página, abandone intereses personales, odiosos, y cambie el discurso camorrero pensando en el futuro, en el bien del país, porque el primer año lo perdió, se raja con menos de cinco.