GABRIEL CALDERÓN MOLINA.
El pasado 9 de este mes, la Nación publicó la información en la que figura la lista de candidatos a algunas de las alcaldías de nuestro Departamento. Tremenda sorpresa fue la que nos llevamos muchos al ver la cantidad inusitada de aspirantes a ser elegidos a esas alcaldías, caso que posiblemente también está ocurriendo con muchos otros municipios del Huila. En Yaguará figuran, 7 aspirantes; en Palermo, 6; en Villavieja, 10; en La Plata, 6; en Rivera, 5; en Campoalegre, 10; en Pitalito, 5 y en Garzón, 10. Al mismo tiempo, los medios de comunicación nacionales dicen que en Medellín son 15 los candidatos a la Alcaldía, en Cali 17, en Pasto 12 y en Neiva 10, entre otras capitales.
Por supuesto que estas expresiones del pluripartidismo que consagra la Constitución Nacional y que permite encausar la participación popular y democrática en la escogencia de la primera autoridad de los distritos y municipios, están de acuerdo con la ley. Sin embargo, surgen inquietudes en cuanto la legitimidad en los casos en que la votación alcanzada por el alcalde elegido sea inferior al 50%, lo cual significaría no contar con el respaldo mayoritario de los habitantes del municipio para el ejercicio del cargo. La cantidad exagerada de candidatos, podría dar lugar a que la votación se distribuya de tal forma que ninguno alcance una cifra superior a ese porcentaje y así, tendríamos en algunos municipios alcaldes cuya aceptación popular es inferior a lo que la democracia recomienda. No hay en Colombia la doble vuelta.
Este posible caso electoral no era común en tiempos pasados. Pero ahora parece que sobrevino en muchas personas el ansia de poder. Difícil saber si proviene del deseo de servirle a la comunidad, como éticamente debe ser, o por otras razones, como la de manejar el presupuesto con tal libertad que en varios casos ha llevado a alcaldes, concejales, diputados y gobernadores a responder penalmente, como lo hemos visto en no pocos casos en Neiva, en el Huila y en el país. Precisamente en estos días se conoció que en uno de los municipios del Departamento uno de los candidatos a la alcaldía no había tenido límite en gastar millonarias cifras en la organización y lanzamiento de su candidatura a ese cargo. De ser cierto, esos gastos serían cercanos al sueldo y prestaciones que devengaría durante los cuatro años de ejercicio del mandato. ¿Quién o quienes estarían patrocinando semejante desproporción de los gastos de campaña a una alcaldía? o, ¿Lo hizo con sus propios recursos movido por el sólo deseo de servirle a su pueblo bajo por principios éticos y morales que rigen la conducta de los funcionarios públicos?
La verdad es que no hay democracia perfecta, menos aun cuando muchos electores venden sus conciencias en momentos en que el pluripartidismo se volvió por doquier un masacote de ambiciones de poder y de empresas electorales.