OLMEDO POLANCO, profesor Universidad Surcolombiana
Aprovechemos un conflicto contemporáneo en torno al café, como disculpa para rememorar una política económica que enfrentó al gobierno nacional con los caficultores en 1966. El padre Jenaro Díaz Jordán pintó nuestro paisaje cultural cafetero en 1933.
Apenas termine usted de leer este artículo, alrededor de 10 millones de personas en el mundo habrán tomado una taza de café. (André Biernath en: https://www.bbc.com/mundo/articles/cern4g79re0o). Si nos atenemos a las consecuencias, la cafeína es entonces la sustancia psicoactiva más consumida en todo el planeta.
A propósito, ¿Tomará café antes del desayuno Germán Alberto Bahamón Jaramillo, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia? En algunas entrevistas que he revisado, no le han interpelado sobre su consumo. Ojalá que la cuestión no genere alteraciones emocionales a quien se le ocurra pensar que he provocado un acto de “opitofagia”, como llama el historiador Camilo Francisco Salas Ortiz. “El departamento del Huila orgulloso de su hijo”, publicó a través de Facebook, el 24 de agosto de 2023.
Dicho lo anterior, porque el presidente de la República, Gustavo Francisco Petro Urrego, aprovechó en Pitalito (sur del Huila), su estrategia de ‘Diálogo vinculante’, para anunciar a los cultivadores de café que la Federación debería reestructurarse y ponerse “transparentemente como la representación genuina del mundo cafetero actual con sus problemas y su realidad”. (LA NACIÓN. Editorial. Pág. 10. Neiva, 17 de agosto de 2023).
Si después del discurso pronunciado por el presidente Petro Urrego, el cuerpo de Bahamón Jaramillo no produjo suficiente ‘adenosina’ para relajarse, no tuvo más remedio que contrarrestar el impacto discursivo, tomándose una taza de café bien cargado, como para ‘marcar costales’ y mantenerse despierto.
La cafeína, una de las principales sustancias constitutivas del café, presenta una estructura química similar a la adenosina. Por eso el café contrarresta las sensaciones de relajación y adormecimiento. No es para menos, según el periódico LA NACIÓN: el Presidente de la República pronunció una declaratoria de “guerra” contra la Federación Nacional de Cafeteros. Actuó frente a las bases cafeteras, en número de casi 500 personas, que se reunieron el pasado 16 de agosto en el coliseo cubierto de deportes y espectáculos en el Valle de Laboyos. La fotografía publicada en la primera página de LA NACIÓN, retrata a Petro en actitud engreída mientras exhibe un pocillo tintero de café. Luce un poncho artesanal sobre su hombro izquierdo y un sombrero suaceño de ala ancha y copa alta. (LA NACIÓN. “Petro carga contra la Federación de Cafeteros”. Neiva, 17 de agosto de 2023. Página 1).

La figura del “yerno desconocido”
El presidente Carlos Lleras Restrepo era muy coloquial en el hablar. Para que el común de sus audiencias televisivas comprendiera su discurso, acudía a referencias cotidianas. En la alocución nocturna del 14 de noviembre de 1969, mencionó la anécdota del hombre que perdía su mirada en el horizonte mientras degustaba una taza de café colombiano. Al hombre del ejemplo le preocupaba su vejez y que los esfuerzos para aumentar su patrimonio, finalmente fueran heredados por el “yerno desconocido” que vivirá con su hija. Dicho de otra manera, el presidente Lleras se refería en su analogía a la necesidad de aprovechar “…estos momentos de buenos precios para sanear el Fondo Nacional del Café, para pagar las deudas internas y externas de ese Fondo”. (Mensaje presidencial. Charlas televisadas del presidente Carlos Lleras Restrepo durante el período de Transformación Nacional. Tomo IV. Volumen 2. Bogotá, 1970. Pág. 231).
El mandatario había recordado con sarcasmo que las crisis cafeteras siempre llegaban en tiempos de gobiernos liberales. Lleras dijo: “…creo que el gobierno procede bien al pensar en el porvenir, aunque ese porvenir no lo vayan a administrar el actual presidente de la República, ni los actuales ministros del despacho, sino otras personas” (Pág. 232). Según el gobierno nacional, en el país había una sensación de “aguda diferencia” con los cafeteros. Un imaginario de “conflicto sumamente grave”. “…me atrevo a creer que se dieron instrucciones o sugestiones para que se protestara ante el gobierno por las medidas de elemental precaución…”, afirmó el Presidente de la República.
Entre tanto y a propósito de herencias, el presbítero Jenaro Díaz Jordán había señalado otro aspecto menos material. Heredamos -ha dicho el religioso- “…la fértil ladera donde cada arbolillo ficha una promesa de ganancia; el arco en donde se afirma el vivir tranquilo y providente, es el patio limpio donde blanquea la cosecha…” (Jenaro Díaz Jordan. Discursos y conferencias. Elogio de El Retiro. Primera edición. Biblioteca de autores huilenses. Volumen V. Neiva, 1953. Pág. 50).
Una forma de política cafetera
El gobierno liberal de Lleras Restrepo consideraba que una política razonable debería garantizar que el Fondo Nacional del Café cancelara sus pasivos en las épocas buenas y en consecuencia, quedara precisamente en condiciones de defender mejor al cultivador y poder cumplir los pactos cafeteros en las épocas malas.
En Colombia, la producción cafetera se presentaba de manera cíclica. A cada época de precios altos sucedía una etapa de superproducción con derrumbe de precios. Eso, precisamente, era lo que trataba de evitar el impositivo Acuerdo Mundial del Café. Según el presidente Lleras Restrepo: “Un sistema que, desgraciadamente, durante algunos años, se manejó mal, porque no se mantuvo suficiente liquidez en el Fondo y en los momentos en que había que intervenir, fue forzoso recurrir a préstamos del Banco de la República, a la contratación de deuda extranjera…”
Eran los “costos impopulares”, que según Lleras Restrepo, debía asumir el gobierno. “Si no tuviera más guía que la de querer ser popular, no molestar a nadie y ganarse el aplauso de las gentes que no piensan en el mañana sino solo en el momento actual, hubiera podido decir: no tomo ninguna medida de precaución cualquiera que sea el precio que tenga el café en el mercado mundial (…) y no voy a sanear el Fondo Nacional del Café; no me importa tampoco mejorar dentro de planes adecuados las condiciones de vida de los agricultores…”
Lleras no se jactaba de ser caficultor, escasamente tomaba uno que otro café en la mañana. Creía tener cierta autoridad para hablar sobre la mecánica del mercado, porque -según él- desde hacía 32 años se ocupaba de esos temas económicos. Aseguraba tener autoridad ante los dirigentes cafeteros. “Esta mecánica del mercado cafetero, el influjo de la situación cambiaria sobre los precios, etc., son cosas que me ha tocado manejar desde 1938…” (Mensaje presidencial. Alocución televisada. Bogotá, abril 19 de 1969. Pág. 121).

El paisaje cultural cafetero
El 12 de octubre de 1933 la comunidad de El Retiro celebró la primera fiesta del café. A manera de metáforas, el sacerdote Jenaro Díaz Jordán elaboró figuras literarias para elogiar la cosecha cafetera en el territorio que hoy conocemos como municipio de Teruel: “…es la cascada roja que cae sobre la tolva para trocarse en albo torrente bajo la dentada lámina de la despulpadora…” Díaz Jordán refiere a hombres y mujeres de la cosecha, así: “…la campaña clásica de los luchadores de la vendimia no cantada de los trópicos, llega cuando el huerto de los cafetos, convertido en un Getsemaní, vierte en cada gema de sus ramas, enormes gotas de sangre y adorna sus manos sarmentosas con joyeles de encendidos rubíes…” (Elogio de El Retiro. Pág. 51).
“En atención a que Teruel fue uno de los primeros municipios en sembrar café -me ha indicado el historiador Reynel Salas Vargas-, muy pronto el municipio se benefició con vía carreteable”. Salas Vargas menciona también en el mismo comentario a San Antonio de Anaconia y Baraya, como los otros epicentros cafeteros de los años veinte del siglo pasado”.
Una crónica de Díaz Jordán describe de la siguiente manera al ser humano en el territorio cafetero: “…la alegre comparsa de trabajadores irrumpe en el cafetal y salta de rama en rama recogiendo afanosamente la cosecha mientras esparce la algarabía de una bandada de pájaros traviesos; cuando al cerrar la noche las cuadrillas construyen escenas pintorescas, donde salmodia sus plegarias el creyente, canta el mozo la estrofa picaresca, los patrones planean sus faenas del mañana, y en el claro-oscuro del hogar, tejen las mil y una noches sus cuentos milenarios” (Elogio de El Retiro. Pág. 51).
A pesar de las crisis cafeteras que soportó en su gobierno, en la alocución presidencial del 24 de enero de 1968, Lleras Restrepo dijo que era “optimista sobre el resultado final de las negociaciones”. El Presidente se refería a sus “laboriosas” gestiones del pacto cafetero (Mensaje presidencial. Bogotá, enero 24 de 1968. El pacto cafetero. Pág. 244).
Por estos días, Bahamón ha dicho en entrevistas que le gustaría conversar con Petro. Como en las ‘frijoladas de Doña Olga’, quizás a Claudia se le ocurra invitar al Presidente y a su hermano para que degusten café bien cerrero. Aunque previamente no tengan que morder el grano. Quizás se arriesguen a pasar sus tragos amargos, se me ocurre.