Versículos de la Biblia
Lucas 22:40-44 Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y Él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya. Y se le apareció un ángel del cielo, que le fortalecía. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era Su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Palabras del ministerio
En 22:39-46 el Salvador-Hombre ora en cuanto a los sufrimientos de Su muerte y exhorta a los discípulos a orar. El Salvador-Hombre exhortó a los discípulos a que oraran con el fin de que estuvieran preparados para recibir Su muerte. Según el versículo 42 la copa se refiere a la muerte del Salvador en la cruz.
En el versículo 42 el Salvador-Hombre oró para que se hiciera la voluntad del Padre. En el plan divino que el Dios Triuno diseñó en la eternidad pasada, Él decidió que el segundo de la Trinidad divina se encarnara y muriera en la cruz para realizar la redención eterna a fin de cumplir Su propósito eterno (Ef. 1:7-9). Así que, antes de la fundación del mundo, es decir, en la eternidad pasada (1 P. 1:19-20), se había determinado que el segundo de la Trinidad fuese el Cordero de Dios (Jn. 1:29); y a los ojos de Dios fue inmolado como tal desde la fundación del mundo, es decir, desde que Dios creó el universo, el cual cayó (Ap. 13:8).
A partir de la caída del hombre, los corderos, las ovejas, los becerros y los toros, se sacrificaban como tipos por los escogidos de Dios (Gn. 3:21; 4:4; 8:20; 22:13; Ex. 12:3-8; Lv. 1:2) señalando al que iba a venir como el Cordero verdadero ordenado de antemano por Dios. En la plenitud de los tiempos, el Dios Triuno envió al segundo de la Trinidad divina, el Hijo de Dios, para que se encarnara tomando con un cuerpo humano (He. 10:5) a fin de ofrecerse en la cruz (He. 9:14, 10:12) para hacer la voluntad del Dios Triuno (He. 10:7), esto es, para reemplazar los sacrificios y ofrendas, los cuales eran tipos, como único sacrificio y ofrenda por la santificación de los escogidos de Dios (He. 10:9-10). En la oración que hace aquí, inmediatamente antes de Su crucifixión, Él se preparó para tomar la copa de la cruz (Mt. 26:39, 42), estando dispuesto a hacer la voluntad del Padre para la realización del plan eterno del Dios Triuno.