Versículos de la Biblia
Romanos 3:4 …"Para que seas declarado justo en Tus palabras, y venzas cuando seas juzgado"
Romanos 3:25-26 A quien Dios ha presentado como propiciatorio… con la mira de demostrar Su justicia en este tiempo, a fin de que Él sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Palabras del ministerio
Aunque reconocía que era un pecador, no seguía a Dios a ciegas, sino que hacía lo posible para verificar Sus palabras. Finalmente aprobé a Dios al comprobar Su veracidad. No tenga temor de estudiar acerca de Dios e investigar un poco para comprobar si Él es veraz. Si usted investiga acerca de Dios, encontrará que Él es mil por ciento o aun un millón por ciento justo y verdadero. Entonces usted justificará a Dios. Dios y nosotros nos aprobamos mutuamente uno al otro sobre Cristo, el propiciatorio.
Conforme a nuestra experiencia, Dios no nos aprobó primeramente; nosotros lo aprobamos a Él primero. Nosotros éramos rebeldes y decíamos: “No me agrada Dios, Dios no es justo”. Muchas personas hablan en contra de Dios diciendo: “Si Dios es justo, ¿entonces por qué hay tantos pobres en el mundo? Si Dios es recto, entonces ¿por qué entre las naciones no existe la equidad?” Admiten que existe un Dios, pero argumentan que Él no es justo. Muchos de nosotros podemos confesar lo mismo, que anteriormente pensábamos que Dios estaba equivocado y que no era justo. Sin embargo, Dios ha sido muy paciente con nosotros, interviniendo de muchas maneras en nuestras vidas hasta que finalmente nos convenció de Su justicia. Cuando fuimos convencidos por Dios acerca de la autenticidad de Su justicia, lo justificamos y aun lloramos de arrepentimiento, diciendo: “Dios, perdóname. Soy tan pecaminoso y tan impuro. Necesito Tu perdón”. Cuando invocamos el nombre del Señor Jesús, no sólo fuimos puestos en Cristo, sino también sobre Él. Ahora nos encontramos sobre Cristo, nuestro propiciatorio, donde Dios y nosotros podemos justificarnos mutuamente. Ahora podemos proclamar: “Dios, Tú eres justo. No tengo más problemas contigo”. Luego Dios nos contesta: “Querido hijo, Yo tampoco tengo más problemas contigo”.