Versículos de la Biblia
Marcos 2:25-28 Pero Él les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, en tiempos de Abiatar, sumo sacerdote, y comió los panes de la presencia, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio también a los que con él estaban? También les dijo: El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del sábado.
Palabras del ministerio
Lo que el Señor les dijo a los fariseos tiene una implicación sabia y rica. Sus palabras implican que Él es el verdadero David. En los tiempos antiguos, David y sus seguidores, al ser rechazados, entraron en la casa de Dios y comieron el pan de la presencia, aparentemente quebrantando con ello la ley levítica. El verdadero David y Sus seguidores también fueron rechazados, y arrancaron espigas y las comieron, lo cual también parecía una acción en contra de la ordenanza de guardar el sábado. Así como David y sus seguidores no fueron inculpados, Cristo y Sus discípulos no debían ser censurados.
Además, lo dicho por el Señor implica el cambio dispensacional del sacerdocio al reinado. En los tiempos antiguos, la venida de David cambió la dispensación, de la era de los sacerdotes a la era de los reyes, en la cual los reyes tenían una posición más alta que los sacerdotes. En la era de los sacerdotes, el líder del pueblo tenía que escuchar al sacerdote (Nm. 27:21-22), mientras que en la era de los reyes, el sacerdote debía someterse al rey (1 S. 2:35-36). Por tanto, lo que hicieron el rey David y sus seguidores no fue ilegal. Al venir Cristo, también ocurrió un cambio de dispensación, en este caso, de la era de la ley a la era de la gracia, en la cual Cristo está por encima de la ley. En 2:27 el Señor dijo a los fariseos: “El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado”. El hombre no fue creado para el sábado; más bien, el sábado fue establecido para el hombre a fin de que éste lo disfrutara con Dios (Gn. 2:2-3).