Versículos de la Biblia
Marcos 2:14 Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
Juan 10:27-28 Mis ovejas oyen Mi voz, y Yo las conozco, y me siguen, y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano.
Palabras del ministerio
El banco de los tributos públicos era una casa de peaje donde se recaudaban impuestos para los romanos. Leví, también conocido como Mateo, era uno de los recaudadores y probablemente ocupaba una posición prominente (Mt. 10:3). Los recaudadores de impuestos eran censurados, menospreciados y aborrecidos por los judíos, a quienes les causaba mucha amargura el tener que pagar impuestos a los romanos. Casi todos los recaudadores abusaban de su oficio exigiendo más de lo debido por medio de acusaciones falsas. Así que, los tenían en la misma categoría que a los pecadores (Mr. 2:16). Aunque Mateo era recaudador de impuestos, fue llamado por el Salvador-Esclavo y más tarde fue escogido y designado como uno de los doce apóstoles (3:18). ¡Qué misericordia!
El relato del llamamiento de Mateo es muy sencillo. Él era recaudador de impuestos, alguien a quien los judíos tenían por traidor debido a que ayudaba a los imperialistas romanos. En el Nuevo Testamento los recaudadores de impuestos eran contados con las rameras. No obstante, Mateo fue llamado por el Salvador-Esclavo. El Señor sencillamente le dijo: “Sígueme”, y se nos dice que él se levantó y le siguió. Según este relato, ésta era la primera vez que el Señor se encontraba con Mateo. El Señor debe de haber tenido un poder atrayente, ya sea en Sus palabras o en Su apariencia, que motivó a Mateo a seguirle.
Seguir al Señor incluye creer en Él, pues nadie le seguiría si no creyera en Él. Creer en el Señor significa ser salvo (Hch. 16:31), y seguirle es entrar por la puerta estrecha y andar por el camino angosto (Mt. 7:13-14).