Versículos de la Biblia
Romanos 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Marcos 2:5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Palabras del ministerio
El problema básico de los seres humanos caídos es el pecado. Cuando Dios creó al hombre, éste era puro, estaba limpio y no tenía pecado. El hombre había sido creado a imagen de Dios y conforme a Su semejanza. Además, Dios había soplado en él aliento de vida, y el hombre había llegado a ser alma viviente (Gn. 2:7). El soplo de vida llegó a ser el espíritu dentro del hombre. Por tanto, el hombre que Dios creó posee la imagen de Dios y Su semejanza, y contiene un espíritu. Como ser creado, estaba limpio, puro y completo. No obstante, según Génesis 3, el maligno, el diablo, el enemigo de Dios, vino a envenenar al hombre que Dios había creado. El hombre fue “mordido” por la serpiente, y el pecado se inyectó en él.
Todos los problemas del género humano provienen del pecado, y a causa de él, la humanidad está sumida en la desesperanza. Todos han sido corrompidos por el pecado. ¿No cree que el género humano, incluyéndolo a usted, ha sido corrompido? ¿Acaso no ha sido el pecado lo que ha corrompido el vecindario, la ciudad y el país donde usted vive? El mundo entero ha sido corrompido por el pecado. Por tanto, al llevar a cabo el servicio evangélico, lo primero que debemos hacer es mostrarle a las personas cómo ser perdonadas de sus pecados. Si queremos que sean restauradas a la comunión con Dios, tenemos que eliminar el problema del pecado, pues éste es el causante de la problemática a la que se enfrenta el género humano.
Muchos podemos testificar que en el pasado hicimos todo lo posible por obtener una buena educación con miras a un futuro brillante. No obstante, debido a que el problema relacionado con el pecado no había sido resuelto, éste nos corrompió bastante. Pero el día en que creímos en el Señor Jesús y lo recibimos, fuimos perdonados de nuestros pecados. Es por esto que dijo en 2:5: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.