Versículos de la Biblia
2 Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.
1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz admirable.
Palabras del ministerio
Es importante que veamos la diferencia entre una vida que se ajusta a las enseñanzas éticas y una vida que expresa a Cristo. Las enseñanzas éticas de Confucio son probablemente las mejores enseñanzas sobre la conducta. Él le enseñaba a la gente cómo cultivar sus virtudes humanas, pero no podía impartirles nada más. Todo lo que podía hacer era enseñarles a desarrollar las virtudes que ya poseían. No hay duda de que como seres humanos creados por Dios, todos poseemos ciertas virtudes. Confucio llamó a la mejor de ellas: “la virtud brillante”. Conforme a su enseñanza, lo máximo que uno podía aprender consistía en cultivar y desarrollar esta virtud brillante.
¡Cuán distinto es este pensamiento a la economía de Dios! La economía de Dios no consiste en desarrollar nuestras virtudes humanas, sino en permitir que Cristo entre en ellas. Cuando esto sucede, nuestras virtudes dejan de estar vacías y son llenas de Cristo, quien viene a ser el contenido y la realidad de éstas. Una vez más, quisiera insistir en el hecho de que, las virtudes humanas son un vaso que sirve para expresar a Cristo como el verdadero contenido. ¡Es maravilloso saber que Filipenses 4:5-9 presenta las características de una persona que vive a Cristo! Este cuadro nos muestra que debemos ser comprensivos para con los demás, y que también necesitamos un antídoto para los afanes. También nos muestra que requerimos las seis virtudes que deben regir a una persona que vive a Cristo. ¡Cuán precioso es ver esto! Espero que muchos de nosotros, y especialmente los jóvenes, oren acerca de estos puntos, oren-lean los versículos que hablan sobre este tema, tengan comunión y testifiquen al respecto. La epístola de Filipenses nos presenta aquí un amplio territorio que debemos explorar y un sinnúmero de riquezas que debemos sondear y experimentar.