El Páramo de Guerrero, un ecosistema estratégico ubicado en la Cordillera Oriental de los Andes, ha sido el epicentro de un nuevo acuerdo que busca fortalecer la conservación y gestión hídrica en la región.
La Gobernación de Cundinamarca, la Corporación Agua Somos, junto con los municipios de Subachoque, Zipaquirá, Tausa, Cogua, Tabio y Pacho firmaron un convenio de asociación respaldado por importantes aliados como Bavaria, Coca Cola FEMSA, Corona, Fundación Santo Domingo, la Región Administrativa y de Planeación Especial (RAP-E) Región Central y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“Este convenio es un hito importante porque es la unión entre el sector público, privado, las comunidades, los municipios y la Gobernación de Cundinamarca con el fin de proteger uno de los corredores de páramos más importantes para la Región Central como lo es Guerrero. Esta iniciativa será articulada con el proyecto que viene ejecutando la RAP-E denominado “Ordenamiento alrededor del agua y adaptación climática en el paisaje Chingaza-Sumapaz- Guerrero- Guacheneque”, expresó Ricardo Agudelo Sedano, gerente de la RAP-E.
Entre las acciones previstas se incluyen la focalización y priorización de áreas clave, la identificación de participantes locales, la realización de Diagnósticos Rurales Participativos (DRP), y la elaboración de Planes de Adecuación Ambiental (PAAC). También se formalizarán Acuerdos Voluntarios de Conservación con los propietarios de terrenos.
Andrea Yáñez, directora Ejecutiva del Fondo de Agua de Bogotá – Región ´Agua Somos´, señaló: “El proyecto contempla, entre otras cosas, actividades de capacitación y asistencia técnica para las comunidades locales, promoviendo prácticas sostenibles de manejo territorial. Estas acciones están alineadas con la hoja de ruta del Plan de Seguridad Hídrica de la Región Central y las cuencas abastecedoras de Bogotá desarrollado con la RAP-E Región Central”.
Este ecosistema juega un papel crucial en la regulación hídrica, captando y reteniendo grandes cantidades de agua, que se liberan lentamente para alimentar acuíferos y ríos esenciales, beneficiando a las comunidades cercanas y a Bogotá. Además, ayuda a reducir el riesgo de inundaciones durante lluvias intensas.