Uno de los hombres laboyanos que ha marcado una generación, una expresión cultural singular: ese hombre de caminar en la vida ultraligero, de maleta rápida para vivir pleno. Un hombre que poco le importa ser aprobado por nadie, solo ser por sí mismo aprobado. Un rebelde que nunca se ha doblegado a la imposición de ataduras laborales que te arrebatan el tiempo libre para pensar libre.
En ese mundo construye su propio mundo, el único (repito el único) laboyano que lo veo haciendo siempre lectura juiciosa en un espacio público o comercial, da lección:
- "leyendo también se cumplen los sueños y no está en las banalidades del mundo del consumo y sus banalidades actuales vacías" nos dice.
Su percepción del tiempo es atemporal, no se deja tampoco llevar por el cronómetro del ciclo de vida contemporaneo; por lo tanto, determina sus propios años:
- "2000 A.C." nos expresa.
Así cada año todos los laboyanos de vieja data le festejamos su presencia con una cerveza.
RAMAYA mayusculado. Un hombre con nombre, que no fue impuesto sino construido por él de modo consciente, lo argumenta como trascendente sólo y de modo tácito con el deber digno de ser nombrado.
- "Ramaya es un Dios hindú cuyo nombre significa marchar para el placer, y Felipe en el placer estar en el vivir. Ese soy yo". Me explica.
Un hermano, un compañero, un gran amigo