Desde esta esquina de opinión, me he referido en más de cuatro columnas al caso de Pericongo, sin duda, uno de los puntos críticos del sistema vial del Huila y sur del país que desafía la capacidad del gobierno para resolverlo. Lo bueno y esperanzador es que el gobernador Carlos Julio Gonzáles, los Congresistas y Asamblea del Huila, según lo contó este periódico el pasado domingo, comprometieron al gobierno nacional a aportar la suma de $20.000 millones con destino a superar la crisis de viabilidad originada en ese lugar, dinero cuyo manejo estará a cargo de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo. Además, la suma de 880 millones para el mejoramiento de la vía por Naranjal.
Es alentador que el gobierno nacional haya asumido su responsabilidad en solución este problema. Sin embargo, ¿habrá transparencia en el manejo que se le va dar a esos recursos?. ¿O se convertirá en un caso más de corrupción o incumplimiento en la contratación como sucede por todas partes en este país?. Lo cierto es que hasta ahora se desconoce el destino específico que se dará a los $20.000 millones. ¿En estudios de prefactibilidad o de factibilidad de la nueva vía?. Los huilenses debemos abrir los ojos porque las experiencias las tenemos a la vista: la ejecución de los contratos del Circuito Turístico cuya disculpa para retrasar las obras, o no hacerlas, es inverosímil que solo se lo comen los funcionarios de la gobernación que curiosamente parece que tienen parientes en las interventorías. O como las obras de mejoramiento vial de las vías Neiva - Tello - Baraya y Neiva - Palermo. Obras, cuya ejecución fallida deja, hasta ahora, muy mal parado al gobierno departamental y expuesto a investigaciones futuras, como pasó en Ibagué por las obras no ejecutadas de las instalaciones para los juegos nacionales.
Siendo posible que el gobierno nacional comprometa más recursos en Pericongo, la transparencia debe ser un objetivo fundamental. Colombia es un país enfermo por la corrupción que todo lo cubre, de arriba a abajo. No es solo del gobierno, ni de los políticos, ni de la justicia, ni de las clases sociales altas, como piensan algunos. La vemos por todas partes, incluso en el sector privado por la pérdida de los valores éticos y morales de la sociedad entera. Por eso los huilenses tenemos que abrir muy bien los ojos en la caso de Pericongo, o de lo contrario, el problema vial en ese lugar lo tendremos por muchos, muchos años.